Entrevista al productor de cine de Bausan Films, Loris Omedes
El despacho estaba lleno de historias, y en cada una de ellas se podía escuchar una pequeña voz; “Cenizas del cielo”, “María y yo”, “Balseros”, “Bucarest, la memoria perdida”, “Cerca de tu casa”… Eran pequeños dossiers de películas que un día buscaron patrocinador. La luz entraba con fuerza por el ventanal de la sala, eran las doce de la mañana. Una de las paredes de la habitación sostenía una gran estantería repleta de libros. Destacaban dos pares: dos Goya y dos Gaudí.
Fundido en el ambiente, Loris Omedes presidía la mesa sentado en una silla. Sin un bourbon, sin un traje, sin un cigarrillo. Cualquiera diría que no ha entendido que para ser productor de cine tienes que desprender cierta arrogancia. Pero si a sus 54 años no había desarrollado esa característica, por algo debía ser.
-“Entré en el cine por casualidad. – dijo. – Estudiaba la carrera de economía mientras que por las tardes trabajaba de mantenimiento en el Otto Zutz; arreglando los focos, los lavabos, montando fiestas…”
En la mesa había puesto un montón de fotografías. Me señaló una. Dos jóvenes adolescentes, hombro con hombro, sonriendo a cámara rodeados de trastos. Eran él y su compañero de mantenimiento Enric Jorba, “Quique”, en el taller de Otto Zutz. Dos jóvenes que se lanzaban a la aventura dentro del gran mundo del cine, más concretamente, de los efectos especiales. Fiestas, explosiones y juventud. ¿Quién se iba a imaginar en aquel entonces que acabarían coordinando los efectos especiales de la inauguración y de la clausura de los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992?
-“Era una página arrancable del guión.”- dijo recordando viejos tiempos. – “Ya nos ganábamos bien la vida. Me dio bastante pereza volver a las lluvias artificiales y las explosiones. En cambio, vi que los cortometrajes eran un reto intelectual mucho mayor para mi.”
Y es que si algo tienen en común sus producciones es la necesidad contar un historia y de dar voz a aquellos que no la tienen. Un productor que no está enamorado del dinero es casi como un oxímoron. Bausan Films nacía, de la mano del productor, en 1989. Y casi sin saberlo, se había convertido en una productora comprometida socialmente. El autismo, la transexualidad, la guerra, los balseros, los desahucios. Porque el cine es cultura y la identidad de una país viene… Su teléfono interrumpió la conversación de golpe. Se disculpó y lo descolgó. Un silencio extraño se impuso en la sala. Era Katrin Vankova, futura actriz promesa. Tras ver su cara deduje que algún giro repentino se aproximaba, lo que no sabía era si para bien o para mal. Inmediatamente después, Omedes llamó al director de la serie que tienen actualmente entre manos.
-“¡Agustí, tío, coge el teléfono!”- dijo colgando y descolgando repetidamente el móvil. – “Hoy era el casting de la serie y había quedado el director, Agustí Vila, con una de las actrices. Es la que hace de novia del muerto…”
Al fin le devolvió la llamada. Al parecer, un malentendido y un whatsapp perdido acababan de dejar plantada a Vankova en un bar de la calle Girona. No había tiempo ni cordialidad que perder. Decidido, el productor de Bausan Films cogió dos cascos de moto y se dirigió hacia la otra punta del piso para avisar de su partida. Además de la secretaria, resultó que también habían dos personas más trabajando. Llorenç Espanyol y Xavier Romero estaban puliendo el guión. Como buen anfitrión, me presentó frente a sus guionistas como su sombra. Fueron un par de carcajadas, dos besos y un apretón de manos. Apenas nos habíamos ido que ya estaban con su guión y los cientos de Post-it que tapaban las paredes del estudio. Llegados al ascensor, Omedes recalcó que en cuanto empezaba un rodaje ese humilde piso pasaba de 4 a 50 personas. Con el último rodaje de “Cerca de tu casa”, hasta el despacho del productor estaba a rebosar con todo el vestuario de la película.
El portal se encontraba en Muntaner casi tocando con la Diagonal. Como es habitual en las calles de Barcelona, había una moto en cada hueco de la acera. Pero entre todas ellas, una única. Era una Yamaha FZX750 de color negro del año ‘87. Para quién no haya tenido ocasión de ver una, diré que es una de esas motocicletas con las que te harías la Route 66, desde Illinois hasta los Ángeles.
-“Es de cuando no existía la obsolescencia programada.”- decía con orgullo mientras se sujetaba bien el casco.- “¡Es una maravilla!”
Cualquiera diría que, al arrancar, volvía a ser aquel veinteañero que montaba sus propias fiestas y explosiones en el taller de Otto. Bajamos Muntaner hasta girar por Consell de Cent.
-“Después podríamos pasar un momento por el mercado a tomar un cerveza. Voy cada tarde a pasar el rato y aprovecho para comprar la cena. Soy el cocinitas de la casa, le he cogido el gusto.” – decía mientras adelantaba ágilmente una multitud de coches- “Además mi mujer llega tarde de trabajar, así que lo hago yo, que tengo tiempo. El otro día hice un arroz…”
Ya llegamos a la calle Girona. Apenas habían pasado diez minutos desde que salimos de la productora. Caminó hacia El Café del Centre decidido a disculparse y declararse como el culpable de ese Whatsapp perdido. Al entrar, ahí estaba aún Katrin Vankova, pero esta vez acompañada por Agustí Vila. Entre risas nerviosas y agradecimientos por la oportunidad de participar en el proyecto, Vankova aceptó de buen grado las disculpas. Ahora tocaba dejar que el casting continuara su curso.
-“No cuesta nada acercarse un momento a disculparse. ¡Más si tienes la culpa y la has hecho esperar 30 minutos!” – dijo aliviado- “Has tenido delante tuyo a la futura Natalie Portman del cine español. Tan sólo tiene 24 añitos.”
Rumbo hacia el Mercat del Ninot. Girona cogiendo Mallorca, para finalmente acabar en la calle Casanova. Loris Omedes se conocía cada calle de memoria; no cabían dudas de que las había recorrido, como mínimo, un millón de veces. Y así era, pues no se había mudado tan siquiera de la casa donde creció. Se declaraba un enamorado de Barcelona y, sobretodo, de su familia.
Llegados al mercado, se dirigió directamente hacia una pescadería: “Peixeteria Ribera”. Mitad pescadería, mitad restaurante. Saludó a todos sus compañeros y, como Pedro por su casa, se sirvió su propia caña. Ya estaba con el ojo puesto pensando en qué podía llevarse para cenar. Hay quienes prefieren pasar la tarde en un bar, otros en el mercado. La amistad con lo dependientes era tan buena que me enseñaba como en carnaval ayudó a convertir la pescadería en la ceremonia de los Oscars. Una alfombra roja, cámaras, focos e incluso, entre gambas y calamares, algún Goya que otro.
-“Yo tengo una teoría.”- explicaba mientras nos despedíamos del mercado- “Llega una edad en la que cambias el rock, el sexo y la fiesta por la cocina.”
Una vez acabada la aventura imprevista, Omedes volvió a sentarse en su silla. Retomamos la entrevista como si nunca nos hubiéramos movido de esa mesa. Porque el cine es cultura y la identidad de un país… se forja a partir de esta. Bausan Films es una productora de cine comprometida con la sociedad y eso, en ocasiones, implica ir en contra de la “versión oficial”. Ser un poco como esa piedra en el zapato. Un gran problema a nivel económico ya que al no ser cine comercial necesita de mayores subvenciones estatales. Pero si quieren que desaparezcas, algo estarás haciendo bien. Según el productor, producir es como estar embarazado: te tiras 11 meses con traje y corbata, de banco en banco, buscando financiación y 1 mes rodando.
-“Si producir en España es tan difícil, ¿porqué no vas al extranjero?” – le pregunté al finalizar la entrevista.
-“Porque yo quiero ver a mis hijos crecer; llegar a las 19h de la tarde a casa y pegarme un buen baño.” – respondió.
Al despedirme ví un marco situado tras su escritorio que me llamó mucho la atención. No estaba colgado de forma muy visible, pero estaba en un rinconcito muy íntimo. Era un hombre estirado en el suelo con los brazos y las piernas abiertas. Era él. Iba vestido con un traje y una sonrisa enorme. Estaba, ni más ni menos, que regocijándose encima de la alfombra roja de los Oscars. Era del 2004, cuando su documental “Balseros” fue nominado a Mejor Largometraje Documental. Finalmente no ganó el Oscar, pero el trocito de alfombra decoraba a día de hoy un rinconcito de Bausan Films.
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