Subir de nuevo a la habitación y apagar la luz. Rozar pieles de seda y oler a perfume desconocido; una noche perfecta manchada por otro carmín.
Todo parecía reducirse a ese instante, hasta que encendió la luz.
-La realidad embaucadora te arrastra y tus obligaciones acechan.-
«Sin luz, por favor.»
4111.97